martes, 23 de octubre de 2007

Huelga de hambre en plena calle

MADRID. Después de cuatro meses sin verla, la necesidad de Richard Monteghepardi de estar con su hija le ha llevado a tomar una decisión límite. Desesperado por un sistema judicial que no da respuesta a sus necesidades como padre, hace una semana decidió ponerse en huelga de hambre con el objetivo de conseguir la custodia compartida de su hija, Valentina, de sólo cinco años.
Desde que tomó la decisión de dejar de comer, pasa día y noche junto al Ministerio de Justicia esperando que alguien le escuche y con la esperanza de que los ciudadanos se sensibilicen con una problemática que, según Richard, «cada vez sufren más papás».Nacido en Alemania y con orígenes italianos, cuando llegó a España en 1999 no podía imaginar que ocho años más tarde estaría peleando por algo que considera tan suyo. Afincado en Barcelona, donde trabaja como profesor de idiomas y traductor, se casó en 2001 con Laura S. G., una costarricense con la que tuvo a la pequeña Valentina y de la que se separó hace tres años, comenzando una guerra que todavía no ha finalizado.
Según cuenta Richard, en los últimos dos años su ex mujer le ha interpuesto «cinco denuncias falsas», que han sido archivadas, pero han dificultado su relación con la pequeña, «verdadera perjudicada por la situación». Después de la última denuncia, que fue desestimada, un juzgado de Barcelona le suspendió el régimen de visitas y desde entonces no ha podido saber nada de Valentina. Según le han explicado, tiene que recurrir para que le vuelvan a dejar ver a su hija y el tiempo se sigue alargando. Después de dos años, todavía no se ha celebrado el juicio para conseguir la custodia compartida. «La justicia en este país es lenta, desesperadamente lenta y eso me quita la posibilidad de coeducar a mi hija», comentaba Richard. Para él, la situación se resume en una frase: «España me ha quitado a mi hija».Apoyo de los vecinosSólo lleva en Madrid una semana, pero ya ha conseguido despertar el cariño y la solidaridad de los vecinos de la calle Manzana donde cumple con su huelga de hambre. «Valentina tiene un papá», rezan las pancartas que cuelgan de los balcones. Los vecinos colaboran en lo que pueden con la causa de Richard. Algunos le recargan el móvil, otros mandan correos electrónicos para dar a conocer su causa y otros le bajan bebidas calientes para combatir el frío que da el hambre.Según nos cuenta, cada noche le visitan desde el Samur Social para comprobar que su estado de salud es el adecuado. «Llevo sólo una semana, y me encuentro bien. Soy un hombre joven, fuerte, nunca he tenido enfermedades, puedo seguir con esto hasta el final», explicaba ayer tumbado sobre el saco de dormir que se ha convertido en su cama y casa en los últimos díasAunque pasa las noches a la intemperie, no ha sufrido ningún percance. «Todo el mundo es muy amable conmigo, me apoyan».
No obstante, sabe que es posible que las fuerzas de seguridad intenten desalojarle, pero no piensa dejar su protesta esté donde esté, «en las dependencias de la Policía, en el hospital o en cualquier otro lugar», afirmaba ayer rotundo.Los vecinos no son los únicos que se han solidarizado con él. Algunas asociaciones de padres separados que comparten su problemática también se han puesto en contacto con él para mostrarle su apoyo. Desde su punto de vista, los culpables no son solo los jueces, «también lo son los gobernantes que han hecho políticas pro-feministas desproporcionadas, que generan un clima «antihombres» y «antipapás» que no favorece a los niños», afirmaba ayer junto al Ministerio de Justicia.En su lucha pacífica, Richard sabe que sus posibilidades de éxito son pocas, aún así no pierde la esperanza de volver a ser el «único y querido papá de Valentina».Junto al Ministerio de Justicia, un hombre desesperado lleva una semana sin comer como protesta porque no puede ver a su hija. Asegura que no volverá a hacerlo hasta que «se haga justicia» con su caso http://www.abc.es/20071023/madrid-madrid/huelga-hambre-plena-calle_200710230319.html

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