martes, 20 de noviembre de 2007

¿Feminismo o Hembrismo? De la igualdad de la mujer a su supremacía

El feminismo imperante, con tantos matices según su radicalidad, ha dividido el mundo en buenos y malos. Las mujeres sumarían todas las virtudes: intuitivas, transmisoras de vida, pragmáticas, sensitivas, pacíficas. Los hombres, ya se sabe: brutales, cazadores y guerreros, indolentes, insensibles, violentos. Un estadio inferior en la evolución humana. Hay que frenarles y, en consecuencia, desposeerles de todo poder, reeducarlos, acallarlos. Pero este feminismo, por mucho que digan, no es un feminismo de la igualdad, supuesto remedio del machismo culpable de todos los males; es un feminismo de la supremacía y de la revancha.
El feminismo imperante, con tantos matices según su radicalidad, ha dividido el mundo en buenos y malos. Las mujeres sumarían todas las virtudes: intuitivas, transmisoras de vida, pragmáticas, sensitivas, pacíficas. Los hombres, ya se sabe: brutales, cazadores y guerreros, indolentes, insensibles, violentos. Un estadio inferior en la evolución humana. Hay que frenarles y, en consecuencia, desposeerles de todo poder, reeducarlos, acallarlos. Pero este feminismo, por mucho que digan, no es un feminismo de la igualdad, supuesto remedio del machismo culpable de todos los males; es un feminismo de la supremacía y de la revancha. (...)¿Igualdad? En el ámbito de la familia, sus objetivos están nítidamente encaminados. Unos generalizados aborto y anticoncepción son presentados como las claves de la emancipación de la mujer. También son concebidos como las herramientas que desplazan el poder real, del hombre a la mujer, en las relaciones de pareja; al situarse ellas como únicas administradoras de los objetivos y tiempos de la procreación y, en consecuencia, de la educación de los hijos. Así, al hombre le resta únicamente la donación incondicional de su herencia genética y de su fuerza laboral, dentro y fuera del hogar. ¿Dónde queda, entonces, la receta del diálogo y la aspiración a la igualdad, como remedios de las tensiones e imposiciones en la vida de pareja? La etapa siguiente ha sido la asignación automática de la custodia de los hijos, en los supuestos de ruptura, a la mujer. Si el hombre mantiene mayores pretensiones, deberá demostrar que está especialmente capacitado, así como que la mujer no es una buena madre. Y, para los casos de resistencia masculina, las denuncias falsas son un buen “suavizante”; e, incluso, como táctica preventiva. Un peculiar maridaje entre una aplicación perversa de la legalidad, fruto de particulares intereses egoístas, y los objetivos generales del movimiento feminista. No en vano, la legislación divorcista, también en su modalidad exprés, beneficia especialmente a la mujer, tanto por lo que respecta en el plano económico, como en la prelación de los restantes derechos y pretensiones. Para combatir la violencia en el ámbito familiar, imperativa preocupación de toda sociedad decente, han diseñado una estratagema discutible, pero ya ampliamente implantada, sin escándalos ni apenas resistencias: la destrucción de la presunción de inocencia del varón en el contexto de las denuncias penales por supuestos delitos acaecidos en ese entorno.(...) El feminismo imperante, con tantos matices según su radicalidad, ha dividido el mundo en buenos y malos. Las mujeres sumarían todas las virtudes: intuitivas, transmisoras de vida, pragmáticas, sensitivas, pacíficas. Los hombres, ya se sabe: brutales, cazadores y guerreros, indolentes, insensibles, violentos. Un estadio inferior en la evolución humana. Hay que frenarles y, en consecuencia, desposeerles de todo poder, reeducarlos, acallarlos. No. Este feminismo, por mucho que digan, no es un feminismo de la igualdad, supuesto remedio del machismo culpable de todos los males de la historia de la humanidad. Es un feminismo de la supremacía y de la revancha. Entonces, ¿feminismo o hembrismo? http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=1114

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