lunes, 11 de febrero de 2008

'Lavar el cerebro' para que odie a papá o mamá

"¿Por qué mi hija que antes me quería mucho, unos meses después pasó a llamarme 'perro verde'? Al principio estaba muy desconcertado, no sabía qué estaba pasando e inicié un peregrinaje sin fin por psicólogos forenses, etc., hasta descubrir que era una víctima del síndrome de alienación parental (SAP)", narra a BIEN el presidente de la Asociación Nacional de Afectados del Síndrome de Alienación Parental (Anasap), Francisco J. Fernández Cabanillas, quien lamenta llevar 6,5 años de incomunicación con sus tres hijas. Este comportamiento se deriva de una manipulación o 'lavado de cerebro' por parte de un progenitor de manera que genere odio y rechazo hacia el otro. En concreto, se estima que afecta a uno de cada cuatro hijos de padres en proceso de separación contenciosa, según explica Mª Rosario Cortés, del Departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad de Granada y una de las autoras del libro Conflictos entre los padres, divorcio y desarrollo de los hijos (ediciones Pirámide). Grave problema en España.- Esta situación no es despreciable teniendo en cuenta que el 35 por ciento de las separaciones y divorcios —se registran unos 150.000 cada año en España— son conflictivos, y en más de la mitad hay niños implicados, lo que genera un caldo de cultivo importante para este síndrome, que se ve con mayor frecuencia en este país. Se estima que puede haber entre 500 y 1.000 casos de incomunicación entre algún progenitor y sus hijos, y en torno a 20.000 situaciones de transición en las que se empieza a detectar un problema de comunicación, denuncia el presidente de Anasap. Signos de rechazo.- Los síntomas de esta manipulación son evidentes, ya que el hijo rechaza completamente al padre "denigrado" y se justifica por ello, no tiene ningún sentimiento de culpa y defiende que nadie les ha influido. Si bien, según la experta, también intervienen otras circunstancias como la vulnerabilidad psicológica del niño, el nivel evolutivo del mismo, la conducta y la personalidad de los progenitores o los conflictos entre ambos. Aunque se ha demostrado que es más frecuente entre los 9 y 12 años, sin diferencias significativas entre sexos. Pero el desprecio no se queda ahí, sino que es destructivo. Ningún niño será capaz de llevar una vida normal a no ser que este "maltrato" se interrumpa. Estos pequeños son susceptibles de padecer una depresión crónica, un sentimiento incontrolable de culpabilidad y de aislamiento, trastornos de identidad y de imagen, comportamientos de hostilidad, y una falta de organización, entre otros problemas. A juicio de José Antonio Luengo, psicólogo y secretario general de la Oficina del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid (CAM), cuando el odio arraiga en los pensamientos, las consecuencias no son deseables. "A largo plazo, estos pequeños tendrán problemas de autoestima y de pérdida de seguridad emocional, una herramienta básica para que los seres humanos nos desarrollemos adecuadamente", sostiene. En la mayoría de los casos, este proceso de 'lavado de cerebro' se produce de forma muy sutil y la víctima suele ser el padre, ya que la madre normalmente obtiene la custodia del niño. No obstante, según Fernández Cabanillas, es curioso que una de cada cuatro asociadas de Anasap sean mujeres, por lo que se demuestra que este rechazo no es exclusivo de los hombres. Enfrentarse a este síndrome no es fácil porque depende de la edad del niño, del tiempo que haya sufrido la manipulación y del grado de aceptación. Según los expertos, el papel de los centros de mediación es clave para prevenir. En estos lugares, se orienta y se educa a los padres para favorecer el mejor desarrollo de sus hijos. Custodia compartida: el mejor antídoto.- Todos los expertos consultados por BIEN coinciden en que la mejor prevención y el único antídoto para hacer frente a este problema sería la custodia compartida, recogida en la conocida como 'ley del divorcio exprés' (2005). Esta normativa permite mantener este tipo de vínculo entre los dos progenitores, "pero en casos excepcionales y tras formalizar múltiples requisitos, que no es fácil cumplir", denuncia Fernández Cabanillas. De hecho, añade, este tipo de custodias alcanzan exclusivamente el 1 por ciento del total de los procesos de divorcio con hijos en España. Lo normal sería que los jueces apostaran por la custodia compartida, en beneficio de los menores. Por eso, el domingo 10 de febrero, Anasap y otras asociaciones de padres y madres separados se manifestarán en Madrid para exigir a los poderes públicos una mayor sensibilidad y para que la custodia compartida sea prioritaria, en vez de excepcional. Para la institución el Defensor del Menor de la CAM, ésta es una solución buena cuando hay una aceptación por parte de ambos padres, un comportamiento adecuado (fomentar el respeto hacia el otro) y una decisión de vivir relativamente cerca. "Pero la experiencia indica lo contrario. Estas condiciones no suelen darse, sino que existe una intencionalidad de querer hacer daño ". Derecho de los niños.- Los adultos tienen derecho a separarse pero, al mismo tiempo tienen la obligación de respetar y garantizar los derechos de sus hijos. "Es importante que los niños puedan disfrutar de su padre y de su madre, además de sus respectivas familias, ya que nos estamos jugando su visión del mundo", según Luengo. En este sentido, los profesionales implicados en estos procesos de separación (abogados, jueces, psicólogos...) deben anteponer el interés del menor por encima de cualquier otra consideración, recalca. Como abordaje de esta creciente situación, aboga por una mayor agilidad en los procesos judiciales, y propone la elaboración de protocolos claros en los centros de mediación que permitan una garantía jurídica para ambos progenitores. Pero, concluye, ante todo hay que velar por el cumplimiento de la ley, especialmente en relación al régimen de visitas. Sonia Garde, Bien - 08/02/2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si mis padres se hubieran divorciado yo no querría ver a mi padre y nada tiene eso que ver con mi madre. Ella siempre lo ha justificado y defendido cuando él ha sido agresivo. Si yo no quisiera verlo sería por SU PROPIO COMPORTAMIENTO. No es culpa de mi madre como el se ha comportado ni el daño que EL ha producido. No me parece justo culpar siempre a la madre (o padre si se da el caso inverso.) Hay que investigar y ver qué exactamente causa rechazo a los niños.