jueves, 22 de mayo de 2008

Los hijos como armas

Cuando la segunda persona a quien más quiero y su mujer se separaron, de mutuo acuerdo, pusieron el máximo cuidado en minimizarle el trauma a su hija, que entonces contaba ocho años. Lo hicieron lo mejor que supieron y el cambio fue bueno para la niña; por ejemplo, mejoró bastante su rendimiento escolar. Y después, ya separados, sé que ninguno de los dos ha hablado mal del otro a su hija y las broncas postconyugales, que no faltaron, se dirimieron sólo entre ellos. Por muy enconadas que sean las condiciones de un divorcio, por mucha ira que despliegue uno, otro, o los dos, por mucho rencor acumulado o despecho o sentimiento de humillación que haya, si de algo estoy seguro es de que nunca hay que utilizar a los hijos como arma arrojadiza contra el otro, como instrumento de venganza. Jamás está justificado. Lo considero una falta de responsabilidad paterna o materna realmente grave y una clara muestra de estupidez. Por desgracia, todos sabemos de casos en que esto se produce y el egoísmo y las orejeras se anteponen al equilibrio del hijo. Hablo de hijos no adultos, sin criterio formado. Padres que tienen claro que es su deber alimentar o vestir al niño, y así lo hacen, y sin embargo no se plantean que esa utilización manipuladora es por lo menos igual de nefasta que incumplir esos deberes básicos porque puede acarrear serios daños psicológicos en el menor. Es uno de los comportamientos más ruines y mezquinos que pueden darse en el ámbito familiar. Y me repugna aún más cuando para colmo se practica con aliados. Supe de dos casos en que, como ayuda a la labor de poner a parir al ex cónyuge ante los oídos del hijo, aportaban su montañita de miseria ética los abuelos, los padres del que se consideraba agraviado. Lo de que el deber de todo abuelo es maleducar al nieto creo que se refiere a otras cosas más amables. En uno de estos casos, la abuela materna le dijo al nieto de diez años que su ex nuera, o sea la madre del niño, era una vaga y una sucia. En el otro, el abuelo le dijo al nieto, de parecida edad, que su padre, el ex yerno, era un mal hombre que no cuenta más que mentiras a todo el mundo, incluido su hijo, como lo hace en sus libros -es un colega, novelista de éxito-. En fin. Poco hace falta añadir. Aunque sea verdad lo que se diga del ex cónyuge, no es admisible. Esos intentos de poner en contra de su padre o su madre a un niño, de socavar su cariño y respeto hacia él o ella, por ser nefasto educacionalmente debería de tener efectos judiciales en la patria potestad. El problema es que es difícil de demostrar y hacerlo podría aún empeorar el trauma infantil. Piense en su fuero interno cada uno si esta crítica puede atañerle y obre en consecuencia: cierre el pico y no sea canalla.

No hay comentarios: