viernes, 17 de octubre de 2008

´Cabalgando´ desde Madrid

MANUEL MOLINA DOMÍNGUEZ. Cinco de octubre de 2008. Mañana de domingo soleado y tibio en el otoño de Madrid. Camino entre una multitud de padres, madres, abuelos y abuelas que se manifiestan por sus calles. Desde la Plaza de las Cortes, junto al Congreso de los Diputados, hasta la Plaza Mayor. Se han desplazado desde toda España (también desde Balears, y -con una nutrida representación- desde la Comunidad Valenciana). Haciendo algunos de ellos un esfuerzo inmenso, dada su situación económica y la ausencia de ayudas públicas para su causa.Exigen un cambio en las leyes que les impiden seguir presentes en las vidas de sus hijos y nietos tras los divorcios de los adultos. Algunos portan fotos de sus pequeños a los que, por culpa de esas leyes absurdas -y, a veces, inhumanas- ven sólo unas horas a la semana, y otros no lo pueden hacer desde hace meses. Reclaman una reforma legal que establezca la Custodia Compartida de los menores, como medida preferente, tras las rupturas matrimoniales. Quieren que España adopte una medida que ya ha sido implantada por países de nuestro entorno como Francia (durante su último gobierno socialista), Italia, Suecia, Alemania, y otros. Desean, por el bien de los pequeños, que se acabe con una situación legal que dificulta enormemente el mantenimiento del vínculo entre padres e hijos, entre abuelos y nietos. Defienden el cambio en un ordenamiento jurídico y unas instituciones políticas que entorpecen la normal y necesaria presencia de la figura paterna en las vidas de los menores, lo que a menudo convierte a estos últimos en rehenes emocionales en manos de una parte, o -en el mejor de los casos- en simple moneda de cambio. Luchan por una igualdad real entre mujeres y hombres, entre padres y madres, al estilo del más auténtico y respetable feminismo. Junto a todos ellos, en la manifestación, representantes de ese feminismo justo y coherente (PLAFECOM, "Dones per la Igualtat", etc.), que defiende la Custodia Compartida de los hijos, para que éstos sigan teniendo una mamá y un papá. El pasado año se manifestaron en Sevilla, a primeros de éste también lo hicieron en Madrid, y pronto (a finales de noviembre) será en Barcelona. Precisamente es en Cataluña donde ya se respira el inminente cambio legal, que ha sido precedido por las recientes Sentencias favorables a la Custodia Compartida dictadas por su Tribunal Superior de Justicia. Cambio legal -todo hay que decirlo- que, aunque por buen camino, está siendo insistentemente zancadilleado por ciertos grupos de presión poco progresistas.Pero la movilización es ya imparable. Los españoles tenemos muchos defectos. Somos de naturaleza individualista, y a menudo demostramos memoria de pez. Pero no aguantamos el maltrato sistemático, y hemos dado prueba de ello a lo largo de nuestra Historia. Levantándonos frente a opresores internos y externos. Rebelándonos todos a una como en la obra de Lope de Vega.
Por eso me produce un sentimiento doble, de estupor y vergüenza ajena, leer en una entrevista de un diario de Asturias las recientes palabras de quien hace años fue una respetada feminista, pero que hace tiempo que parece haber perdido los papeles. Refiriéndose a las asociaciones de hombres y mujeres a favor de la Custodia Compartida y al nuevo Proyecto de Código de Familia Catalán -actualmente en fase de debate en su Parlamento autonómico elegido democráticamente-, ha afirmado: "El enemigo (sic) está ahí y se ha organizado. Las asociaciones de divorciados son de maltratadores, algunos de sus miembros han perdido la patria potestad y buscan maltratar y que no les pase nada". No sé si alguien ejercitará acciones por delito de calumnias contra la susodicha. Personalmente, no creo que merezca la pena, ya que la difamadora se descalifica por sí misma. Sobre todo porque seguidamente -en un alarde "democrático" que haría revolverse en su tumba al esqueleto de Jean Jacques Rousseau- (y refiriéndose a la iniciativa legislativa catalana que preveía la Custodia Compartida para padres y madres) manifestó su indignación porque "los legisladores catalanes consideran que ya todos somos iguales" (¡!). Pues -aunque la traicione a Vd. el subconsciente- de eso se trataba el verdadero feminismo, señora: de igualdad. Y no de que unas fueran "mas iguales" que otros.Es evidente que los padres, madres, abuelos, y abuelas movilizados en toda España por sus hijos y nietos, pueden sentirse orgullosos. Y hacer suya la apócrifa frase del ingenioso hidalgo a su escudero: "Ladran, amigo Sancho; señal de que cabalgamos".

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