Porque los hijos no se han de separar ni divorciar de ninguno de sus progenitores y porque ese nuevo y progresista modelo de custodia que implica repartir las funciones y obligaciones derivadas de la paternidad y maternidad, incluida la convivencia y estancia con los hijos, implica rebajar situaciones de desigualdad, tensión y conflictividad familiar, mantiene e incluso refuerza una saludable vinculación afectiva de los hijos con sus principales referentes de apego y favorece el principio de conciliación de la vida familiar y laboral, lo que indudablemente reporta beneficio y calidad de vida a muchas mujeres que por no saber o no querer compartir el cuidado de los hijos, renuncian a expectativas de progresión profesional. Lo cierto es que la sociedad española actual ha evolucionado sin que se pueda reprochar a muchos padres que saben, pueden y quieren compartir la custodia, el que puedan hacerlo en condiciones de igualdad. Lo que resultaría conveniente, y para eso, en teoría, tenemos un ministerio al efecto, es convencer y educar a los otros muchos que aún no reúnen tal predisposición o capacidad para la equivalente y paritaria atención de sus hijos. Es por ello, que la Sra Ministra de Igualdad tendría que encabezar esa manifestación, abanderando auténticas políticas propias de su Ministerio, que de otra manera habría que pasar a denominar de “las Mujeres ancladas en el pasado y el rencor”. Las cosas por su nombre. FRANCISCO SERRANO CASTRO
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