sábado, 23 de mayo de 2009

Gobernando contra los hombres (y algunas mujeres)

Este es un tema que está en la calle, en las conversaciones de los bares y del trabajo, también de los profesionales del derecho incluidos jueces y juezas, pero que nadie posee el valor de hacerlo emerger. Se trata de que la legislación española, bajo el Gobierno de Zapatero, ha ido creando un entramado de leyes que discriminan de una manera muy cruel al varón, por el simple hecho de serlo. Lo han convertido en una especie de ser humano permanentemente bajo sospecha, o poseedor de menores derechos.
Cuando en el transcurso de la historia se intentan corregir situaciones de desigualdad, como las que ha sufrido la mujer, es fácil que se produzcan excesos momentáneos en el sentido inverso. Al ser humano le cuesta mucho encontrar el punto de equilibrio, quizás por esto, Aristóteles buscaba la virtud en el punto medio, porque incluso un exceso de virtud puede convertirse en un terrible defecto. Solo la santidad escapa a esta regla.
Muchos hombres se encuentran en situaciones graves como consecuencia del enfoque normativo y la pedagogía y cultura que le acompaña. Constatémoslo:
Se empezó con la ley para proteger a la mujer de la llamada violencia de género. Ahí se introdujo una ruptura terrible, que el Tribunal Constitucional validó con una sentencia que contribuye a alimentar su pérdida de prestigio en cuanto a su independencia del poder político. El que la simple condición de ser hombre, sin ninguna otra circunstancia más, pueda dar lugar a sanciones mucho más graves por idéntico delito que el ser mujer es, y esto venían a decir los jueces del Constitucional, una especie de peaje al pasado, lo cual es una visión que anda cerca del Pecado Original. Las generaciones actuales y futuras de la mano de esta ley verán castigadas con un plus a sus varones porque en el pasado las mujeres se encontraron bajo una situación de dominación. He aquí como una visión bíblica es adoptada desde una perspectiva jurídica laicista. Tienen razón aquellos que afirman que el laicismo, como lo fue el comunismo, es otra forma de creencia religiosa.
Por otra parte, esta ley permite usos indebidos, que en las situaciones de litigio por la ruptura de la unión de la pareja le puede permitir a la mujer ganar una situación de predominio, por ejemplo en relación a la custodia de los hijos. Una denuncia previa por insultos, por violencia psicológica, que puede ser fácilmente aceptada, va a condicionar luego la forma en como se resuelva aquella custodia. Esto lo saben muchos hombres y muchos abogados, aunque algunas feministas de género que defienden la injusticia lo nieguen.
Tampoco es un tema menor la preferencia, hecho cada vez más discutido, en este tema de la custodia, para que ésta corresponda solo a la mujer y no pueda ser compartida. Esto tiene una lógica, sobre todo a edades muy tempranas, pero su uso abusivo la ha desvirtuado.
Apuntemos también toda la legislación sobre cuotas. La discriminación positiva a favor de la mujer. Hace pocos días, el Presidente de la Universidad de Harward declaraba que en su centro, que busca el equilibrio entre alumnos, en ningún caso utiliza las cuotas, porque confieren un estatus inferior al que alcanza el lugar por esta vía y penaliza a los mejores. Él decía, con lógica, que era partidario de favorecer las condiciones para que los mejores pudieran alcanzar los lugares que les corresponde, superando los déficits o discriminaciones de origen. Para decirlo breve: cuotas es igual a la ministra Bibiana Aído. Solo este mecanismo justifica la presencia de tamaña incapacidad en un lugar de tanta responsabilidad.
Las listas cerradas y bloqueadas que restringen en nuestro país la libertad de elección del votante todavía se ven más coartadas por el hecho de que ha de tener prácticamente la mitad o casi de mujeres, sin que ello signifique que ocupan el lugar por sus méritos. Sería mucho mejor que la promoción de la mujer se basara en la creación de condiciones y la dotación de medios, en lugar del regalo, porque esto a corto plazo puede parecer que favorezca; a medio y a largo, perjudica a todos. A las mujeres porque sitúan en primer línea personas que no se lo merecen, y a la sociedad porque acaba otorgando cargos de responsabilidad a personas sin preparación. El hecho de que existan hombres que respondan también a este bajo perfil no justifica el duplicar los mecanismos de error. No porque haya ineptos hemos de estipular la producción de ineptas, sino que la gran tarea es que unos y otros no accedan a los lugares de responsabilidad, y eso sólo es posible en una sociedad abierta, que iguale las condiciones de partida, pero que no preasigne el orden de los lugares de llegada en función del sexo (o de la afinidad ideológica, o de cualquier otra razón que no tenga que ver con los méritos específicos del desempeño de aquella tarea).
La nueva ley sobre el aborto, que deja impune este delito en la mujer, que permite que se practique ilegalmente sin sanción alguna para ella hasta el instante previo al nacimiento, constituye otro trato de favor. Si el aborto es un delito en el marco que se regule, ¿por qué solamente lo puede cometer el médico y no la mujer que es la primera responsable?
La lista podría ser mucho más larga, dejémosla solo con el último refinamiento: la nueva ley de extranjería que será restrictiva en muchos temas fundamentales, como el reagrupamiento familiar, dará permisos de trabajo a las mujeres maltratadas. Bien está, pero sólo a las mujeres ¿por qué?, ¿no existen otras condiciones de maltrato?, ¿no afecta esta situación al ser humano más que a una condición sexual? Una vez más este privilegio específico. Y los privilegios provengan de donde provengan no son el camino hacia la justicia y la equidad. El zarismo fue muy injusto pero lo que lo substituyó, el régimen bolchevique, en nombre de construir la justicia la cometió en mayor medida y con mayor empecinamiento.
Finalmente hay que destacar las asimetrías, ya que muestran la hipocresía del entramado legal porque hay condiciones de mujer realmente discriminatorias que no son objeto de atención sino de todo lo contrario, porque no responden al imaginario político de quienes nos gobiernan. Señalemos tres: las prostitutas, es decir, las mujeres traficadas en su inmensa mayoría, un hecho que en España posee una dimensión de escándalo y que todavía resulta más escandalosa si se considera que existe un Ministerio de la Igualdad. Las mujeres embarazadas que quieren tener a su hijo, las madres, aquellas que se ven discriminadas por esta razón en el trabajo, la insuficiencia de ayudas a su condición, la ausencia de un empleo a tiempo parcial o bien articulado con la condición de madre, como sucede en la mayor parte de Europa. Todo esto es otro escándalo injusto y además estúpido porque si algo necesita este país hoy para salvar su futuro son madres. Finalmente, las viudas, que ven como que lo que aportó su marido, algo que fue posible porque mientras tanto ellas asumían las tareas domésticas, ven expropiada por el Estado una parte de la pensión que en justicia les correspondería.

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