viernes, 3 de julio de 2009

FALSAS DENUNCIAS

Un juzgado de Violencia Doméstica archivó las denuncias presentadas contra un ciudadano por su ex mujer, quien lo había acusado de maltrato. Este hombre pasó once meses en la cárcel, cuarenta y cuatro semanas a la sombra por un supuesto delito absolutamente falso, producto de la también falsa acusación que lo llevó a perder su empleo, la pequeña empresa que iniciaba, la relación con su hijo. Fueron trescientos treinta y cinco días en la trena frente a quienes lo acusaron, lo detuvieron, lo etiquetaron como supuesto maltratador y lo enviaron a chirona mientras su ex posaba en programas televisivos. Honor, dignidad, honradez y decencia, reputación y respetabilidad le fueron arrebatados cuando el juez –según las denuncias- dictó la orden de encarcelamiento. Lo triste es que un error, un desliz, una torpeza de la víctima llevó a la conclusión de que esta mentía: su acusación del ocho de marzo cayó por su propio peso, pues el denunciado se encontraba en el trullo… precisamente por las denuncias anteriores. El informe forense sobre las lesiones sufridas por la acusadora el veintiuno de enero es taxativo, concluyente: “Están todas situadas en… zonas accesibles para la interesada”. Además, “las heridas… son difícilmente producidas en una acción de forcejeo”.
La ruptura sin estridencias de cualquier pareja (hombre-mujer); la separación sin violencia por parte del varón (a la más mínima, el agresor debe ir directamente a la cárcel), la disolución de facto de aquella relación acarrean desequilibrios a ambos, los desestabilizan emocionalmente, e incluso muchas veces es la mujer la más afectada (si no trabaja, por ejemplo, puesto que ha de depender en lo económico de su ex). Y su autoestima puede quedar por los suelos, muy dañada si se trata de una separación nada esperada por ella.
Pero si el rompimiento de la relación por parte del hombre no se produce de mutuo acuerdo –y que no haya, insisto, violencia-, alguna mujer puede sentirse herida en su amor propio y sus deseos de venganza, represalia y revancha quizás dominen la mente y ofusquen el raciocinio. En este caso el varón lleva las de perder, pues la ira incontenida de su ex le puede hacer bastante daño como así, por ejemplo, denuncian muchos hombres y se desprende del caso arriba mencionado.
Para empezar, es él quien ha de abandonar la casa; verá a sus hijos cuando el juez estime e, incluso, será casi siempre el sospechoso si ella es capaz de urdir con habilidad un entramado que confunda a la propia policía, o al juez. Mujeres hay, sin duda, que denuncian una inexistente agresión el viernes por la tarde y, así, su pareja pasará el fin de semana en los calabozos entre rejas, en el exacto sentido de la construcción. Y se tumbará en el suelo o en un altillo, y sus colegas de residencia serán otros retenidos, provenientes de las más variadas especies.
Y sé, por ejemplo, que a pesar del famoso código deontológico una abogada de Madrid recomendó a la clienta falsas denuncias contra su marido, como así afirman las hermanas del denunciado: ellas, ante la letrada de su cuñada, se hicieron pasar por mujeres en las mismas condiciones que aquella y, así, recibieron la misma recomendación. También algunas mujeres (algunas) mienten cuando denuncian que su ex tiene parientes en el extranjero, con lo cual se le prohíbe al padre viajar fuera con sus hijos. O que aquel gana más de lo que declara: así, se le impone una superior manutención y debe hacer milagros con su nómina. O la mujer exige que el padre de la criatura pague el colegio privado, las clases de piano, el viaje de fin de curso…“La Ley de Violencia de Género”, concluye el denunciado y encarcelado, “no me parece bien, los hombres estamos indefensos, yo he sido una víctima”.
Sin entrar en otras consideraciones, con el máximo respeto a las leyes, a las instituciones y a las mujeres realmente violentadas (la cárcel para sus ex parejas), lo que parece diáfano es que en concretos casos de mentiras el varón es el perjudicado, al menos hasta que se demuestre la falsedad de las acusaciones. Pero tras el paso de casi un año en la cárcel, ¿qué compensaciones recibirá él? ¿Lo ha previsto la Ley? ¿Se considerará satisfecho con la incoación de expediente contra su ex, compulsiva mentirosa? Hasta el momento no he leído en ningún periódico la disculpa ante tal injusta retención, si bien considero que así es como debería ser: la misma Institución que erró sin mala intención debe, en justicia, corregir públicamente el entuerto. Once meses en la cárcel, injustamente, desequilibran al más entero de los mortales. ¿La abandonará con respeto a la Justicia? niguea@telefonica.net .- Nicolás Guerra Aguiar

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