Estimado Sr. Juez:
Paseaba abstraído y pensando en mi hijo Pablo (tiene cinco años como Vd. muy bien sabe) cuando percibí no muy lejos de mí la presencia de un hombre que empujaba el cochecito de un niño dibujando en su semblante una emoción para mí muy conocida. Esto ya no es nada infrecuente. Pensé: ¡Qué bonito es contemplar a un padre feliz!. Seguí avanzando y no tardé mucho en descubrir que era Vd. el que disfrutaba haciéndole monerías al bebé y entonces me quedé estupefacto. Releí inmediatamente el papel en el que Vd. disponía que yo no podía ver a mi hijo con más frecuencia que la anteriormente dispuesta (menos de cuatro días al mes) "dada a curta idade do menor".
Le juro que mi experiencia como padre es muy superior a la de Vd. Tiene Vd. constancia documental de que soy un buen y experimentado padre (mis hijos mayores de edad, mi primera ex-esposa y profesionales capacitados lo han atestiguado en dos ocasiones como Vd. muy bien debería saber) y sin embargo ha puesto Vd. su firma bajo un documento que se me antoja una infamia.
¿Considera Vd. que un padre separado o divorciado es de una casta inferior a la suya? ¿Cree Vd. que el hecho de que una señora decida - con todo el derecho del mundo - que no le apetece seguir conviviendo con un señor inhabilita a éste como padre? Aunque siempre creí que los jueces no actuaban bajo coacción comienzo a elucubrar acerca del tipo de coacción que haría posible una disposición - dada a curta idade do menor - que a mí se me antoja no ajustada a derecho por anticonstitucional además de injusta y lesiva para los intereses de mi hijo, que tiene tanto derecho a tener padre como el de Vd.
¿A qué edad va Vd. a enseñarle a su hija/o a pescar, a nadar, a andar en bicicleta, a leer... ? ¿Cuál es la edad adecuada para que un/a niño/a se relacione con su familia paterna, abuelos, tíos...! hermanos ¡?.
No consulte ningún libro; no le servirá. Estoy seguro de que estos y otros temas trascendentales los aprenderá con su propia experiencia. Lástima que para entonces será un poquito tarde para muchos/as de nosotros/as y para nuestros/as hijos/as.
A pesar de todo, le saluda cordialmente.
Antonio M. Díaz Piñeiro
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