martes, 4 de noviembre de 2008

ANA RAMIL. A CORUÑA. Quince días en casa de papá y otros quince con mamá. Esta es la situación que viven cada vez más niños gallegos, hijos de padres divorciados que, de forma voluntaria o por decisión judicial, han optado por la custodia compartida. Todavía son una minoría -sólo representan el 7% de los divorcios o separaciones con hijos en Galicia- pero que ambos progenitores afronten en igualdad de derechos la educación y cuidado de los menores es una opción que cada día gana más adeptos.
En España, la custodia compartida es ya el sistema elegido por el 10% de los matrimonios rotos mientras que, en Galicia, 327 progenitores se decantaron por ella durante el pasado año, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Los pontevedreses son quienes se muestran más favorables a este tipo de custodia (151 casos en un año); seguidos de los vecinos de A Coruña (109), los lucenses (34) y los ourensanos (33). Estos datos indican que los gallegos son más proclives a este sistema que la mayoría de los españoles: es la quinta comunidad con más casos de custodia compartida, sólo superada por Cataluña, Valencia, Madrid y Andalucía.
El ligero aumento en este tipo de custodia obedece a la reforma de la ley del divorcio que se realizó en 2005. Hasta entonces, sólo el juez podía obligar a compartir la guarda de los niños. Ahora, cualquier pareja de mutuo acuerdo o uno de los cónyuges puede reclamarla siempre que se presente un informe favorable del equipo psicosocial y otro del fiscal del juzgado.
Los psicólogos gallegos tienen claro que la custodia compartida es la mejor opción para los menores. "Es el método más positivo porque el niño mantiene el contacto con ambos progenitores, asimila mejor la nueva situación y es más difícil que alguna de las dos partes intente manipular al pequeño", sostiene el miembro del departamento de Psicología Clínica del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia, Manuel Castro Bouzas, quien añade: "También es positivo para las propias parejas porque están obligadas a verse, a llegar a acuerdos sobre el cuidado del hijo. Siempre es bueno mantener la comunicación".
A la hora de aplicar la custodia compartida hay dos fórmulas: o bien el niño permanece en el domicilio familiar y son los padres quienes se intercambian periódicamente -lo que les obliga a tener una segunda residencia- o bien, el menor pasa ciertos periodos (semanas o meses) en casa de uno de los padres y el mismo tiempo en la vivienda del otro.
Este ir y venir de una a otra casa no causa, según los psicólogos, ningún trastorno al pequeño. "No hay ningún estudio que demuestre que quienes viven en un único hogar son mejores que los que comparten dos. Al principio puede resultar difícil pero a la larga, los beneficios son más que los inconvenientes", señala Bouzas y resalta: "Debe primar el sentido común. Está claro que el tener dos casas sólo es posible si ambas están cerca del colegio del niño".
Para este psicólogo gallego, la custodia compartida es lo ideal salvo que uno de los cónyuges maltrate al menor o que los padres no estén de acuerdo en este sistema. "Sería meter al niño en una batalla de adultos", sostiene. Algo que, en su opinión, es bastante frecuente cuando una pareja rompe. "Son pocos los que piensan en el niño. La idea del hijo para mí o para ti no es correcta", señala. Bouzas tiene claro que cuando esto ocurre habrá algún adulto que gane pero lo que es seguro es que el niño siempre sale perdiendo.

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