martes, 18 de noviembre de 2008

Divorcio = maltrato infantil

Cuando Silvia despide a sus hijos los acompaña hasta la puerta de casa. Apoyado en el coche les espera Luis, su ex pareja y padre de los niños. La escena es siempre la misma. Su madre los abraza como no lo hace el resto de la semana, les mira a la cara con rostro angustiado, y les asegura que no ocurre nada, que pronto estarán de vuelta. Los dos hermanos se miran y piensan que por fortuna, al menos hoy no ha venido también la abuela". Éste es un caso real de padres separados que aparece en el libro Tenemos que hablar de José Manuel Aguilar en el que se analizan los daños del divorcio y que refleja claramente la situación que viven los menores cuando sus progenitores deciden separarse.
En este sentido, no hay duda al afirmar que el divorcio de los padres es la mayor tragedia que sufren los niños en su infancia. La utilización de los hijos como moneda de cambio para obtener supuestas ganancias secundarias, como la pensión o la vivienda, o como vía de enlace entre los progenitores, es el mayor peligro que hay tras la ruptura.
José Manuel Aguilar explica en su libro que en la mayoría de los casos los menores son utilizados como mensajeros, es decir, los padres son absolutamente incapaces de comunicarse y usan a los hijos para sus propias necesidades. Por ejemplo, "Dice mamá que me compres unas zapatillas nuevas" o "dice papá que el bautizo del primo es el domingo y tengo que venir dos horas antes". Asimismo, con mucha frecuencia los hijos también son utilizados como terapeutas. "El progenitor les cuenta lo cansado que está por ocuparse de todo solo, o incluso, le dice que ha tenido que dejar de hacer cosas por cuidarle". En estos casos, el menor crece casi en deuda con el progenitor.Y por último, también están los hijos espías, donde su auténtica misión es informar sobre la vida del otro. Si tiene nueva pareja, coche nuevo, etc. Todas estas situaciones se dan en la vida real y los auténticos sufridores son los hijos. Ésta es una de las conclusiones a las que se llegó esta semana en el III Simposium sobre la Guardia y Custodia de los hijos en el que participaron más de 24 ponentes y en donde se analizaron las consecuencias de las rupturas matrimoniales en los menores.
La fórmula de la custodia compartida se planteó como una opción "extraordinariamente" válida para evitar los conflictos en las separaciones. Dividir el tiempo, así como los gastos, de forma equitativa, entre ambos progenitores, parece de por sí una buena herramienta. Sin embargo, hay detractores. Por ejemplo, algunos magistrados que participaron en las conferencias, afirmaron que "es muy difícil" valorar el tiempo que se da a cada uno y, sobre todo, recurrir a esta opción cuando los progenitores viven en lugares distintos". Asimismo, Vicente Ibáñez, psicólogo forense, indicó que se puede utilizar la custodia compartida como "escudo" y puede ser "peligroso".
En este sentido, se apuntó como única y posible vía de solución a los conflictos y sobre todo, muy beneficioso para los hijos, a la figura de la mediación, antes de la judicialización del proceso."La mediación", explicó Pascual Ortuño, magistrado de la Audiencia de Barcelona, "es la herramienta idónea para salvar el conflicto. Se hace de forma privada, sin intervención de jueces, abogados, psicólogos forenses, etc. Se pactan todos los asuntos que se plantean en el divorcio, desde el cuidado de los hijos, hasta la pensión y lo relacionado con la vivienda, entre otros aspectos. Lo que hay que apostar, desde la administración, es por formar a buenos mediadores", que a final actúan como negociadores. Además, la mediación es un proceso que se utiliza ya desde hace muchos años en Europa. En este punto, hizo un poco de autocrítica y señaló a aquellos abogados samurai cuyo único interés es sacarle lo máximo al contrincante, "como si se tratara de una guerra".
Intervención judicial.- Por este motivo hay que apostar por disminuir la judicialización de los conflictos matrimoniales. Cada vez se acude más al juzgado para resolver problemas emocionales. Las facilidades que, en muchas ocasiones, se encuentra la mujer para ser asistida, también influyen. En este sentido, tanto José Manuel Aguilar, como Francisco de Asís Serrano, magistrado del Juzgado de Instrucción de Sevilla, afirmaron que el uso de denuncias falsas de abuso sexual a los hijos y de maltrato a la pareja ha crecido en los últimos años con el único objeto de "romper el vínculo entre el progenitor denunciado y el hijo". Así, Aguilar cifra hasta en un 80 % el número de denuncias falsas de abuso sexual a los hijos que se presentan durante un proceso de divorcio, y Francisco de Asís, aporta una cifra similar (el 86 %) en relación con el maltrato a la mujer.
Son datos absolutamente escandalosos, teniendo en cuenta además, que cuando se inicia un procedimiento de este tipo, el progenitor es apartado del menor hasta que se resuelva la denuncia que, en casos como Santa Cruz de Tenerife, puede tardar unos 15 meses, ya que se disponen sólo de dos equipos psicosociales que, a su vez, están saturados por el elevado número de alegaciones que se presentan. Mientras tanto, el menor se relaciona sólo con uno de ellos, y cuando se resuelve el conflicto, en muchos casos, señaló Aguilar, el ministerio fiscal dice que "el denunciante actuó para proteger al menor" y en otros, "si se le acusa, a lo mejor se le piden dos años de cárcel y al no tener antecedentes no ocurre nada. Mientras que el supuesto maltratador, como mínimo, ha estado unas horas en el calabozo".
Unido a esta terrible manipulación de los menores que se incrementa cada vez más, alentada también en muchos casos, por "aberrantes" informes psicosociales que el juez acepta sin contemplaciones, aparece el llamado Síndrome de Alineación Parental (SAP), antiguamente llamado Síndrome de la Madre maliciosa, y que consiste básicamente en la manipulación de los hijos para que odien al otro progenitor. Vicente Ibáñez, explicó que las situaciones que define este síndrome se pueden dar, pero que no se deben utilizar en los informes. "El mal meter siempre ha existido, pero por ambas partes, y esto no debe ser entendido como SAP". Frases inadecuadas como "tu madre quiere que nos divorciemos, o tu padre me ha dejado tirada", están al orden del día y "deben ser evitadas en cualquier proceso de divorcio" y recuerda Aguilar, "porque perjudican la salud del menor".

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