jueves, 5 de febrero de 2009

Los padres no convivientes podemos evitar que el SAP nos afecte‏

El Síndrome de Alienación Parental es una danza que se baila al menos de a tres: progenitor alienador, hijo o hijos alienados, y padre alienado.Para el primero, en principio, queda la actuación de jueces, peritos, abogados, etc., o sea la vigencia plena de la autoridad estatal para hacerles cumplir las leyes. Mucho se ha escrito sobre la forma de actuar frente a los niños y niñas alienados en diferentes grados. Recomiendo a tal efecto, entre otros, al libro del Dr José Manuel Aguilar
Pero..., qué hay de nosotros los padres y madres no convivientes? Podemos evitar caer en la alienación?De nuevo, se ha escrito mucho sobre la forma de actuar, cual un junco, con flexibilidad y firmeza frente al alienador.Poco se dice sobre como actuar con nosotros mismos.
Muchos de los que llegamos a un conflicto ante un Juzgado de Familia venimos de una relación destructiva, cuyos peores demonios se desatan fomentados por una poderosa industria que vive del dolor ajeno. En medio de las pérdidas, el dolor, el miedo, la ira, es complicado analizar nuestra parte en la historia del conflicto, encontrar y transformar todas aquellas partes oscuras que nos llevaron hasta allí. En las relaciones destructivas, lo peor de nosotros se conecta con lo peor del otro. Cuando se produce el fin de la convivencia, una parte de nosotros (y del otro) añora el conflicto. La introspección, mediante cualquier método bien aplicado, sea meditación, psicoanálisis, o cualquier combinación de ambos u otros métodos alternativos, puede ayudarnos a encontrar en nuestro interior las raíces de por qué iniciamos una relación en la que admitimos diversos grados de violencia moral y hasta física. Para los hombres y mujeres de fe, les recomiendo rezar con el corazón abierto y sin límites
Sin liberarnos desde lo más profundo de nuestro interior, sin perdonarnos, sin sanarnos, sin amarnos a nosotros mismos, sin aceptar lo que somos, no habrá verdaderos cambios profundos. Liberados de nuestra oscuridad, de nuestra ira, de nuestro miedo, viviremos los encuentros con nuestros hijos, aún en las más difíciles circunstancias, sin culpa, sin resentimientos, pudiendo mirar el futuro con esperanza, sabiendo que la fuerza acumulativa de las grandes dosis de amor que les damos darán un buen resultados. Y si hay que reclamar justicia, hacerlo. Aceptando que el régimen vigente no nos es favorable. Buscar cambiarlo, y litigar con lo que hay. Pelear, de ser necesario, como aquellos guerreros orientales que lo hacían sin la mochila del odio, dando todo de sí mismos, pero listos para estrechar aquella mano que le ofreciera la paz.Si nos liberamos de nuestra oscuridad, ninguna alienación podrá alcanzarnos.
Este es un conjunto de reflexiones que surgen de mis lecturas, pero fundamentalmente de mi propia experiencia vital de los últimos cuatro años, y me llevó de la asistencia de un psiquiatra con medicación antidepresiva a una vida reconstruída con un nuevo y maravilloso hijo, así como a una creciente relación con mi primogénito Nicolás. Es parcial, subjetiva. Es subjetiva porque soy sujeto, persona, y miro la realidad con mis propios ojos. Dios quiera que mi aporte le sirva a otros, o al menos abra un debate desde otra perspectiva. Diego Cecchini.Rosario.Argentina

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