Según lo define Gardner, el SAP es una alteración en la que el niño manifiesta desprecio y es crítico hacia uno de sus padres, denigración que está injustificada y/o exagerada. El “lavado de cerebro” que uno de los padres hace a sus hijos, como una campaña continuada de desprestigio hacia el otro, puede generar en ellos un sentimiento de rechazo, casi odio, y acarrear graves consecuencias, tanto para los hijos como para el progenitor alienado, ocasionando la destrucción del vínculo, que puede durar toda la vida.Generalmente, esa manipulación o programación en contra de uno de los padres tiene lugar por parte del padre o madre a cuyo cuidado está el hijo, por ser la persona que más tiempo permanece con él.
Cuando el rechazo está justificado, por algún motivo real, no estaremos ante el S.A.P; éste se caracteriza por diversas actitudes en el hijo, entre las que cabe destacar, además de ese rechazo injustificado, la destrucción de los recuerdos buenos del padre o madre; el empleo de un lenguaje impropio de su edad, como si de una persona adulta se tratase, al referirse a ellos; extensión a la familia del progenitor alienado, alegar razones absurdas y débiles, manifestación de que esa animadversión es obra exclusivamente suya,..Por otra parte, el progenitor que induce al SAP suele así mismo presentar los siguientes comportamientos: impedir el recibo de llamadas telefónicas o de cartas, despreciar e infravalorar al otro progenitor delante del hijo, tomar decisiones importantes respecto al hijo sin consultarle, impedirle el acceso a los expedientes escolares y médicos, así como el derecho de visitas, desprestigiar a la nueva pareja, castigar al hijo cuando llama o se pone en contacto con su madre o padre, acusar a éste de falta de cuidado, denuncias falsas…Es importante conocer la relación que mantenían el hijo y el progenitor alienado antes de la separación.
Los hijos víctimas de SAP pueden sufrir depresiones crónicas, dolores de cabeza, trastornos gastrointestinales, de identidad, tics nerviosos y fuertes sentimientos de culpa, si descubren la manipulación, entre otros desarreglos o patologías.Algunos psicólogos son partidarios de que, una vez detectado de SAP, se prive de la custodia al progenitor alienador para dársela al alienado, quien -por su parte y a la vista de lo vivido- puede convertirse en un nuevo alienador.
En esta difícil situación se encuentran los fiscales y jueces, que deben informar y decidir, respectivamente, sobre lo más beneficioso para el menor: o dejarlo con el padre alienador o con el alienado o, en última instancia, confiar a la tutela pública el cuidado. Resulta sumamente preocupante el alejar a un hijo de un padre con el que, a pesar de su mala influencia respecto al otro padre, se siente bien; así como confiárselo a un padre, al que rechazan de una forma expresa -incluso con llanto, gritos, ansiedad y al que hay que entregárselo por la fuerza-, o dejarlos en una institución pública. Todo ello sin perjuicio de que la manipulación pueda engañar también al aparato judicial.
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