lunes, 7 de septiembre de 2009

SOY PAPÁ, PERO LLÁMAME...

Te escribo como padre porqué sé que ahora todavía te dignarás leer una carta mía y no sé si con el tiempo será igual o no desearás escuchar más mis palabras. Soy tu padre, pero a partir de ahora puedes llamarme, si quieres, Cajero Automático. Sé que todavía eres muy pequeño para entender su significado pero seguro que, con el tiempo, llegarás a entenderlo.
Puedes llamarme Cajero Automático porqué a partir de ahora tu madre y yo vamos a separarnos y ya no podré vivir en nuestra casa contigo, ya que, por decisión de un Juez, te vas a quedar tú a vivir en ella junto con tu madre y yo deberé intentar buscar un sitio dónde vivir, eso sí, sin dejar de pagar la casa dónde tu madre y tú seguiréis viviendo.
Seguiré siendo tu padre, aúnque ahora ya no me va a ser posible darte el beso de buenas noches todos los días al acostarte, aúnque sí deberé entregarle a tu madre todos los meses el dinero suficiente para que tú sigas teniendo el mismo nivel de vida...... y tu madre también. A partir de ahora y si todo va bien, podré verte una vez cada dos semanas, igual que si fuéramos reclusos. Ya no podré estar a tu lado para enseñarte a montar en bicicleta ni para curarte esas heridas que a ti te parecen tan grandes cuando sufres alguna caída, ni para abrazarte cuando tengas una pesadilla hasta que se te pase el susto.
Puedes llamarme Cajero Automático porque, a partir de ahora, seré yo quien pague los viajes con los que te regalará tu madre todos los veranos, aúnque ello sea a costa de no poderte llevar yo a ninguna parte, ni poder invitarte algún día al restaurante o comprarte un helado.
Pero esto no es problema, mamá te compensará y te llevará a comer al restaurante y podrás hacer más viajes que cuando yo vivía con vosotros. Y eso será bueno.
También te comprará muchas más cosas que antes sin necesidad de que hagas una pataleta y sin tan siquiera pedirlas.
Y, lo que es mejor, tendrás tu paga semanal aunque no colabores absolutamente en nada en las cosas de casa. Ya no será necesario ni tan siquiera que recojas tus propios juguetes.
Tu padre a partir de ahora ya no será tan bueno, porqué él no te compra casi nunca ningún regalo, pero sí pagará todas las actividades que tú desees hacer y a las que tu madre, evidentemente, te va a apuntar sin discutirlas, pero esto tampoco lo vas a saber. Mamá es buena porque te dá todo lo que necesitas.
No obstante oirás decir a tu madre y a tus abuelos que yo soy malo porque os he abandonado, que ya no te quiero y, poco a poco, tú también lo creerás, aúnque por otro lado estés viendo que cuando estás conmigo yo sigo queriéndote igual que antes. Pero pensarás que igual sí, igual me he vuelto malo de repente porque ya no te hago regalos y la memoria de los niños es muy fácil de reconstruir con recuerdos que nunca existieron. Seré malo porqué, a partir de ahora, voy a luchar para poder pasar más tiempo contigo, y poder bañarte por las noches como he hecho hasta ahora y contarte cuentos al acostarte o ayudarte a hacer los deberes, pero seguro que sólo lo hago porque quiero ahorrarme el dinero que tendré que pagar todos los meses, ya que si vives más días conmigo seguro que no te daré de comer para no pagar. Soy malo porqué me resisto a que el fin de semana que estés conmigo tengamos que estar el domingo pendientes del reloj, no fuera caso que nos retrasáramos a la hora de devolverte a casa de tu madre y ello nos cueste un enfado por su parte y le sirva como excusa para impedir que vengas la próxima vez.
Te digo todo esto ahora que aún me escuchas ya que, si no consigo que nos dejen estar más tiempo juntos, poco a poco, vas a ser tú quien acabes diciendo que no quieres venir más a mi casa. Y aúnque no tienes edad suficiente para decidir tús actos por ti solo, ni decidir que es lo que quieres hacer y lo que no y a nadie se le ocurriría consentir dejarte sin ir a la escuela porque tú no deseas hacerlo, sí van a utilizar como un argumento de peso que tu no vienes a mi casa porqué no quieres. Si el caso fuera a la inversa, que tú desearas venir a mi casa, entonces no te sería permitido alegando que no tienes edad suficiente para decidirlo.
Y sé que sólo el tiempo conseguirá que logres comprender que estabas equivocado y que había muchas cosas que ignorabas. Posiblemente entonces nos reencontraremos y hallarás en mis ojos un matiz de tristeza por todas las cosas que nos hemos perdido durante todos estos años y que nadie podrá jamás devolvernos.
De todas maneras, yo seguiré luchando por tus derechos como niño y si las dificultades que hallaré por ese camino no me permiten llegar a tiempo de estar contigo cuando todavía eres un niño, por lo menos confío que sirvan para que, cuando tú seas padre, nadie pueda arrebatarte el derecho de disfrutar de tus propios hijos.

No hay comentarios: