La práctica diaria de jueces, médicos forenses, psicólogos psiquiatras se encuentra jalonada de casos con niños que padecen el inexistente para el Ministerio de la Sra. Aído SINDROME DE ALIENACION PARENTAL.
Este síndrome fue definido en el año 1985 por Richard Gardner y se ha convertido en una realidad cotidiana calificada como situación muy preocupante por el Presidente del Gobierno aunque después desde el ministerio de Igualdad han declarado la inexistencia científica del síndrome.
El problema de la utilización de los menores por parte de los progenitores que se separan es una realidad diaria que lleva a su culmen cuando se manipula al menor en contra de uno de los padres y lo hace el otro progenitor.
Lo que en principio es un medio para hacer daño a la ex pareja se convierte en un porcentaje altísimo de los casos en un daño de consecuencias casi incuantificables para el menor que presentara todo tipo de trastornos educativos y psicológicos en un futuro.
Una ruptura de pareja es un fracaso en la vida pero utilizar a los hijos como arma arrojadiza es añadir un componente perverso a ese fracaso. Cuando además el que paga sin duda es el hijo.
Exista o no el síndrome la realidad es muy seria, el problema real, las consecuencias muy graves… Las soluciones difíciles si somos capaces de utilizar nuestro legado más precioso en contra del otro sin reparar en el daño infringido.
Unos valores educativos de una sociedad moderna no pueden tolerar en modo alguno este tipo de situaciones y en la educación está la base independientemente de que el ministerio niegue la evidencia. José María Molina. Médico
Cada vez son más los padres procesados por la Justicia argentina acusados de impedir que sus hijos vean al progenitor no conviviente con el niño y de iniciar un proceso de distanciamiento constante basado en la inoculación de un sentimiento de odio y rencor del pequeño hacia el otro cónyuge con quien mantiene un proceso de divorcio. En Santiago del Estero, las derivaciones penales de los casos de incumplimiento en los regimenes de visita, que se suman a la fuerte incidencia en la psiquis del menor, hacen que cada vez sean más las personas comprometidas con la ley por esta razón. Los expertos lo llaman Síndrome de Alienación Parental (SAP) y consiste en el proceso mediante el cual uno de los padres manipula la conciencia de sus hijos con el objetivo de impedir o destruir el vínculo con el otro progenitor, hasta conseguir alejarlo por completo del niño o niña. Según datos revelados por expertos del Gabinete de Psicología Forense Provincial, esta patología psicológica está presente en el 80 por ciento de los casos de divorcios, de los cuales el 90 por ciento de los casos se trata de mujeres que imposibilitan el contacto de los hijos con sus padres. Para los especialistas locales, la incidencia en la conducta de los hijos es casi total. “Se trata realmente de una alienación, porque los niños pierden completamente su personalidad y asumen la del padre que ejerce la presión”, explicaron.
A nivel nacional, se han conformado numerosas asociaciones de padres que luchan para que en las provincias argentinas se organizara un registro de obstructores de vínculos, con el fin de que sean identificados, como a cualquier otra persona que comete un delito. Y es que mientras para muchos constituye una simple venganza por el fracaso del matrimonio, para la Justicia es una falta grave que afecta a los niños, quienes por lo general terminan en largos procesos psicológicos de recuperación. Las instituciones que defienden los derechos de los niños recalcan que esta manipulación “es una nueva forma de maltrato infantil”, que tiene cada vez más incidencia en los Juzgados de Familia. Consultada sobre esta cuestión en el Foro local, la jueza de Menores, Mariana Bravo de Mayuli, explicó a EL LIBERAL: “Se da con bastante frecuencia. La manipulación sobre la imagen del progenitor, la realizan tanto padres, como madres”. En relación a la tendencia nacional de crear un registro de obstructores de vínculo, la jueza opinó: “Puede darse la oportunidad de que se propicie esta creación; no nos olvidemos que este accionar está tipificado como un delito, el impedimento de contacto en muchos de los casos tiene derivaciones penales e incluso hay padres que están procesados por esta causa”. Mayuli indicó que las manipulaciones logran el efecto deseado, “porque maniobran la psiquis del niño a tal punto que se quiebre por completo el vínculo y muchas veces es muy difícil recuperarlo”. La funcionaria judicial explicó: “Se descubre que se está frente a un caso de Síndrome de Alienación Parental gracias a las pericias psicológicas que se realizan y que cada vez son más habituales en los procesos de divorcios”. Agregó: “Se elaboran los perfiles psicológicos de las personas involucradas, y en los casos graves se llega al uso de la Cámara Gesell, que actualmente es usada muy a menudo”, indicó la jueza. La experta destacó que este tipo de maltrato hacia el niño no solamente se produce dentro del ámbito del divorcio, sino también se produce en el seno del hogar cuando existe convivencia de los conyugues.
“¿Quién te presiona más, mamá o papá?”
No sólo los platos y los jarrones vuelan por los aires en las separaciones, también los niños pueden servir como arma arrojadiza. El Síndrome de Alienación Parental (SAP) ha vuelto esta semana a la palestra tras la presentación de un libro en el Ministerio de Igualdad en el que se desmiente esta supuesta patología, según la cual uno de los progenitores enfrenta a los hijos contra el otro en el proceso de divorcio.
El martes, en las oficinas del Ministerio de Igualdad, Miguel Lorente, delegado del Gobierno contra la violencia de género, ejercía de anfitrión de Consuelo Barea y Sonia Vaccaro, que presentaron su libro titulado ‘El pretendido Síndrome de Alienación Parental’. El trabajo critica abiertamente la utilización del SAP en los juicios por alguna de las partes, en aras de minar la imagen del otro progenitor y conseguir así la custodia.
A partir de la presentación de este libro, las asociaciones de padres desenterraron el hacha de guerra y empezaron a reivindicar la existencia del SAP y reclamaron su reconocimiento como enfermedad. Juan Luis Rubio, presidente de la Asociación de Padres de Familia Separados, señaló que aunque el SAP no esté reconocido por la Organización Mundial de la Salud, el síndrome de Estocolmo tampoco lo está, y “nadie duda de su existencia”.
Asimismo, Rubio se escudó en el reconocimiento que sí hace el Colegio Oficial de Psicólogos de España, y acusó a las organizaciones feministas radicales de estar detrás del libro “por miedo a perder poder económico y subvenciones”.
Desde el otro lado de la trinchera, las autoras insisten en la validez de su estudio, ya que también cuentan en su ‘polvorín’ con otras asociaciones que defienden su tesis; en este caso la Asociación de Psiquiatras Americanos, así como la Sociedad Española de Neuropsiquiatría.
El SAP es “basura científica”, afirma Barea. “Estamos ante un falso síndrome para conseguir custodias” y “un instrumento muy tentador” para los abogados. La co-autora no se quedó ahí y también acusó a Richard Gardner, padre de la teoría de alienación parental”, de tener “escritos pro-pedófilos”. Sin embargo, sí admitió que en algunos casos de separación existen presiones y “casos de manipulación” por parte de los progenitores.
Para terminar, al igual que Rubio, Barea invocó “motivos económicos” para que el SAP siga presente en los juzgados.
Ni blanco, ni negro.- Para poner paz en el conflicto, llegó la respetada figura del Defensor del Menor de la comunidad de Madrid. Desde dicha oficina, su secretario general, José Antonio Luengo, psicólogo de profesión sacó la pipa de la paz para alejarse “de la guerra de términos”.
“Sabemos que existen muchas alteraciones de los niños como consecuencia de la mala gestión en las rupturas conyugales”, afirmó Luengo a El Confidencial. Sin embargo, “no nos posicionamos ni a favor ni en contra” de su reconocimiento por la OMS.
De esta manera, el Defensor del Menor ‘pasa’ de polémicas, utilizando en su particular diccionario el término “interferencias parentales en los procesos de separación o divorcio”. Para evitarlas, Luengo afirma que se deben tener en cuenta tres puntos a la hora de tratar las rupturas: desarrollar la cultura de mediación, una mayor especialización en los profesionales y también una mejora de la administración de Justicia en cuestiones de familia.Para abordar un problema existente, se llame como se llame, esta oficina huye del léxico y centra su trabajo en “que los niños vivan este episodio de la manera más natural”.
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