jueves, 19 de marzo de 2009

EL DÍA DEL PADRE TRABAJADOR

El día 8 de Marzo se celebró el día de la mujer trabajadora y se publicaron con tal motivo gran cantidad de datos sobre la situación de la mujer en relación con el trabajo y la familia. El día 19 de Marzo se celebra el día del padre y la proximidad de las dos fechas permite hacer una relectura de aquellos datos y proporcionar otros complementarios sobre la situación del hombre en el contexto laboral y familiar a fin de lograr una completa, y yo entiendo que más ajustada, perspectiva de género.
Con ocasión del 8 de Marzo se difundió una encuesta de ámbito europeo que señalaba que en España la diferencia entre los salarios de los hombres y las mujeres alcanzaba un 18 % a favor de los hombres en todos los niveles profesionales. Tal encuesta no distinguía entre las distintas actividades (unas mejor remuneradas que otras) y la jornada realizada por unos y otros. Por ello el dato aislado poco nos dice en términos de igualdad salarial ya que sólo podemos establecer términos fiables de comparación de salarios entre hombres y mujeres dentro de la misma actividad y en iguales condiciones de jornada (es decir obteniendo el salario hora por sector o mejor aún por categoría profesional). Lo que sí que queda claro es que el principal sostén económico de las familias españolas todavía son los padres.
Según la publicación Hombres y Mujeres en España en 2008 (INE) los hombres dedican 40,8 horas semanales al trabajo, mientras que en el caso de las mujeres esta dedicación fue de 34,4 horas; más revelador es el dato de que, en el 46 % de las familias con hijos, el padre es el principal proveedor porque su pareja no trabaja o trabaja a tiempo parcial. Ello explica, en parte, que las mujeres le dediquen 29 horas semanales de media a los trabajos domésticos y 15 los hombres, ya que las mujeres trabajan menos horas y están más tiempo fuera de la actividad laboral. A ello hay que añadir que además los padres trabajadores realizan principalmente trabajos en el entorno del hogar, no considerados trabajos domésticos para el INE, como son compra, mantenimiento y conducción de vehículos, organización del ocio familiar y actividades deportivas para los niños.
No hay datos concretos al respecto pero no nos equivocaremos al afirmar que los hombres que más rentas obtienen, entre todos los hombres, son los que tienen familia, es decir, los padres. Podemos afirmar sin complejos que los padres somos los motores económicos de las familias y por tanto del país.
Además los hombres, es decir los padres, realizan los trabajos itinerantes (transportistas, pescadores, marinos), los más expuestos y peligrosos como demuestran los niveles de siniestralidad laboral (un 82 % hombres, más de 720.000 afectados en 2008) y de transporte (un 75% hombres).También se jubilan más tarde. Estos datos tienen amplia incidencia en los niveles de mortalidad, sustancialmente superiores entre los hombres (padres) que entre las mujeres y en los de esperanza de vida.
En cuanto a la incidencia del paro, no es un secreto que la crisis económica está teniendo un fuerte impacto en los hombres (y por lo tanto en los padres) y por primera vez el número de parados varones supera al de las mujeres en el último trimestre de 2008 (encuesta de población activa). Sin embargo en términos de población activa el número de hombres supera en 13 puntos al de mujeres.
De todo lo expuesto cabe deducir que pervive la separación de roles masculino y femenino en el ámbito de la familia y el trabajo. Los hombres-padres siguen dedicándose fundamentalmente al trabajo fuera del hogar, muchas veces en condiciones duras o extremas, y siguen siendo principalmente proveedores, pese a que también participan en las tareas domésticas. De acuerdo con la encuesta del INE sobre utilización del tiempo de trabajo, de forma global y con todas las precauciones, algunas ya apuntadas, podemos afirmar como conclusión que las mujeres realizan una hora más al día de trabajo que los hombres (computando conjuntamente el trabajo que se realiza fuera y dentro de casa). Ello teniendo en cuenta que el trabajo del hogar y para el cuidado de las personas del que se encargan en buena medida las mujeres es un trabajo oscuro y poco valorado, de nula dimensión social. La otra cara de la moneda es que las madres pueden conciliar mejor sus intereses profesionales con los familiares gracias a las rentas que aporta su pareja.
No parece, sin embargo, que esta situación sea muy positiva para los padres. Los padres están socialmente compelidos asumir la responsabilidad económica de la familia, con pocas opciones en realidad, salvo la de “colaborar” algo más en casa, convirtiéndose fácilmente en engranajes de la máquina productiva a costa del sacrifico de su vida íntima y familiar cuando no de su salud. A los padres les resulta mucho más difícil conciliar su vida laboral y personal porque el impacto de sus decisiones en la economía familiar es mucho mayor.
También hay que decir que las cosas han ido cambiando. En los últimos treinta años la sociedad española ha avanzado mucho, aunque no lo suficiente hacia la ruptura de los roles tradicionales, hacia una mayor libertad y corresponsabilidad que, en resumidas cuentas, implica un mayor poder sobre la propia vida tanto de hombres como de mujeres. Los pasos han sido graduales pero inequívocos y han beneficiado a toda la sociedad .
Pero en los últimos cinco años este proceso se ha quebrado. Un enfoque posmoderno de la situación dedicado a derribar discursos dominantes y, últimamente, un feminismo radical de nueva ola han identificado de manera frívola la figura del hombre-padre con el Patriarcado-el Poder masculino- o el Poder con mayúsculas. De repente, los hombres (padres) son (y siempre han sido) los malos, los opresores. Los datos expuestos en este artículo, son presentados por los/as profetas de este nuevo dogma como evidencia indiscutible de que el machismo es la ideología dominante en la sociedad, machismo que se sustenta en la violencia y la opresión sobre las mujeres. Cualquier dato que no se ajuste al dogma es negado o reinterpretado convenientemente. Si los padres quieren la custodia compartida de los hijos tras el divorcio hay que negársela, porque sólo lo hacen por intereses económicos o porque quieren seguir dominando a sus exmujeres como dice Miguel Lorente en su libro “los nuevos hombres nuevos”. Negar la custodia compartida supone confinar al padre al papel de eterno proveedor. Pero es que en virtud de la aplicación de la ley integral de violencia de género todos los conflictos entre parejas, aun en sus manifestaciones más leves, se han reducido a un problema de hombre-padre machista y mujer-madre-víctima, promoviéndose desde las instancias oficiales las denuncias por maltrato contra los hombres aun las falsas o las inconsistentes. Según algunos jueces ( Francisco Serrano y María Sahauja) solo un 9% de las 120000 denuncias anuales de violencia de género responden a situaciones reales de maltrato. Todo ello lleva a que miles de padres, por razones incomprensibles, queden aislados de sus hijos.
Estas actitudes intolerantes, cargadas de ideología totalitaria y, en el fondo, rancias no ayudan. Incrementan el conflicto y la diferencia; en lugar de tender puentes, en lugar de favorecer el tránsito de un lado a otro de las fronteras de género, rompen el consenso social, minan el terreno y destruyen lo construido, fomentando la reacción. Tampoco consiguen con ello proteger a las mujeres que verdaderamente sufren la violencia sexista (que parecía el objetivo de toda esta trama).
Lo curioso es que los padres tampoco se quejan. No está en su naturaleza. El día del padre recibirán la corbata de regalo o el dibujo o los gemelos con una sonrisa, sin creer en absoluto que lo merezcan y se irán a trabajar o a llevar a los niños a la escuela. Al fin y al cabo ellos saben muy bien que el día del padre, igual que el día de la madre, es todos los días.

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